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La docencia de hoy y las nuevas demandas

24-11-2016

Editorial La Nación

VIERNES 21 DE OCTUBRE DE 2016

Entre las expectativas para que los alumnos progresen en el aprendizaje de la computación y el empleo efectivo en la actividad escolar cotidiana, hay todavía una distancia tanto en cuanto al conocimiento suficiente de esos recursos como en lo relativo a su aplicación eficaz. Desde luego, una instrumentación factible requiere estudio, práctica metódica y dedicación regular.

Hay otro plano de la problemática actual de la vida en el aula que se relaciona con una realidad muy preocupante: la carencia de docentes a cargo de un grado, al menos en 300 establecimientos de esta ciudad, a causa del retiro por jubilación de los titulares y la falta de suficientes reemplazantes graduados. Esa realidad ha llevado a designar personal docente con sólo un 70% de estudios cumplidos -y aun menos-, lo cual agrega a las limitaciones de formación profesional indispensable para la enseñanza las que demandan la conducción afectiva y social de los alumnos, sobre todo ante situaciones conflictivas que no son extrañas en la experiencia escolar. Lamentablemente, esas situaciones se reiteran cada vez con mayor frecuencia, perturbando el normal funcionamiento de las clases. Sus efectos se hacen notar, sobre todo en los chicos más sensibles a los cambios que alteran la atmósfera del aula e inciden en el trabajo escolar.

La sustitución de la figura del docente es un hecho delicado, pues interfiere en los procesos de aprendizaje, acentúa los problemas de disciplina y reduce tiempo de dedicación a fin de formar habilidades entre los alumnos.

Hay otra realidad para tener muy presente y es perceptible por su incidencia en la vida escolar: las tecnologías evolucionan más rápido que la capacitación de los jóvenes docentes que deben enseñarlas. Ésta es la razón por la cual en muchos hogares tratan de preparar tempranamente a los hijos en el logro de tales habilidades, al margen de la escuela.

La capacitación de los estudiantes del magisterio suele chocar, además, con la dificultad de hallar un equilibrio teórico-práctico en dicho aprendizaje, máxime cuando el que se está capacitando también trabaja y ello reduce su tiempo de conocimiento y de ejercitación. Al joven egresado -o todavía estudiante de magisterio se le van revelando así nuevas dificultades por superar, vinculadas con los nuevos medios tecnológicos, que se suman a su tradicional misión de enseñar los necesarios y renovados contenidos de matemática, lengua, ciencias, etcétera.

El proceso de aprender demanda su tiempo de comprensión, de superación de dificultades, de práctica, lo cual siempre se prevé en la planificación escolar. Es importante subrayar que la labor de los maestros no es sólo enseñar conocimientos científicos y nuevas tecnologías, ya que su misión educadora excede las habilidades intelectuales y manuales para contribuir a la integración social de los alumnos y velar por su formación moral y su capacitación posterior para insertarse en el campo del trabajo o de los estudios superiores. Las nuevas tecnologías, dinámicas y renovadoras, han introducido herramientas sin duda eficaces para numerosas actividades profesionales, pero no por eso constituyen un recurso que supera o reemplaza todo lo que se espera de la escuela en la formación de la niñez y la adolescencia.

Aggiornar esas necesidades y darles curso es un verdadero desafío, cuyo cumplimiento no puede demorarse. La labor de un docente debidamente preparado en fundamental.